Tim Hilden, fisioterapeuta del Centro de Medicina Deportiva de Boulder, realizó un estudio sobre el estado de forma de 1.700 corredores del que sacó dos conclusiones. La primera: la mayoría de nosotros tiene algún defecto que nos puede hacer correr más lentamente o hacernos más propensos a ciertas lesiones. La segunda: algunos de estos defectos pueden corregirse.
MOVIMIENTO DE LOS BRAZOS Realizar un movimiento exagerado de los brazos puede provocar una excesiva torsión del tronco. Esto implica que las piernas puedan verse afectadas y nos provoquen lesiones. Hay que mantener los brazos lo más pegados al cuerpo posible realizando el brazeo adecuado, sin tensionar los hombros y yendo de atrás hacia adelante.
RELAJA LOS HOMBROS Subir los hombros es gastar energía y limitar el movimiento de los brazos. Mantenlos bajos y relajados.
PERMANECE RECTO Inclinarse demasiado hacia delante al correr hace que presiones demasiado sobre la parte anterior más baja y la parte frontal de la rodilla (lo que podría degenerar en rótula desplazada). Corre lo más vertical que puedas, y si existe inclinación mientras corres, asegúrate de que empieza en el tobillo, no en la cintura.
ATERRIZA SUAVEMENTE Si puedes oír cómo golpeas el suelo al pisar, aterrizas con demasiada fuerza, y tu cuerpo tiene que reabsorber esa fuerza. El impacto añadido incrementa el riesgo de lesión porque exacerba cualquier debilidad que puedas tener en las piernas. Trata de correr lo más recto posible y sin despegarte demasiado del suelo (intenta no saltar muy alto en cada zancada) y pisa suave.
Prof. Hernán Paganini
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